En los últimos años, hemos sido testigos de un aumento muy significativo en los impuestos aplicados a la energía nuclear. La nuclear es clave para la transición energética, pues es la energía libre de emisiones que más firmeza y estabilidad garantiza al suministro del sistema eléctrico.
Los principales incrementos de la presión fiscal han sido:
- En 2010: año en que se imputa a las empresas la financiación de la tasa ENRESA. Enresa es la empresa española de carácter público encargada de la gestión de residuos y el desmantelamiento de las centrales nucleares, actividades que son financiadas mayoritariamente por los propietarios de las centrales a través de una tasa mensual que factura la propia empresa.
- En 2010 también, se creó la Ecotasa de Almaraz
- En 2013 entró en vigor la Ecotasa de Valencia y además 3 nuevos impuestos creados por la Ley 15/2012: el Impuesto sobre el valor de la producción de energía eléctrica (del 7%), el Impuesto a la producción de combustibles gastados y residuos y el impuesto al almacenamiento de estos residuos.
- En 2020 se incrementó un 20% la tasa ENRESA y entró en vigor la Ecotasa de Cataluña
De llevarse a cabo el proyecto de real decreto de abril de 2024, la tasa ENRESA se incrementaría un 30% adicional, comprometiendo la viabilidad económica de las nucleares.
La presión fiscal se ha incrementado un 280% desde 2010 hasta 2024. Además, de aprobarse el nuevo incremento de la tasa ENRESA, la presión fiscal crecería un 605% desde 2008, lo cual hace inviable la operación de las centrales nucleares.
Ahí va: