En este artículo analizamos por qué es importante la transición energética, qué implicaciones tiene, cuáles son los retos a los que se enfrenta y qué se está haciendo desde España y Europa para reducir la dependencia de los combustibles fósiles e incrementar su competitividad.
¿Qué es la transición energética?
La transición energética es un concepto que hace referencia a todas las medidas que deben tomar los países para impulsar el uso de las energías renovables y reducir su dependencia energética de los combustibles fósiles.
Este cambio en el sistema energético tiene varias ventajas asociadas: (i) se consigue que el país sea más independiente energéticamente porque se utiliza energía renovable autóctona (2) las renovables reducen los precios de la energía, aumentando así la competitividad del país y (3) se reducen las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera.
¿Por qué es necesaria la transición energética?
La necesidad de hacer una transición energética hacia fuentes de energías renovables es cada vez más evidente, sobre todo por ganar independencia energética en un mundo con cada vez más tensiones geopolíticas. El uso de recursos naturales, ilimitados y autóctonos implica reducir las compras de gas y derivados del petróleo, mejorando así la balanza comercial del país.
En este sentido, el Informe “The future of European competitiveness” de Mario Draghi Draghi defiende que la descarbonización de Europa presenta una oportunidad única para el crecimiento económico y el fortalecimiento de la industria.
Adicionalmente, la transición energética conlleva una reducción de los gases de efecto invernadero que tienen un elevado impacto en el medio ambiente. En la actualidad, se habla de una crisis climática por el aumento de las temperaturas, la degradación de los ecosistemas, el deshielo de los polos y el riesgo cada vez mayor de fenómenos meteorológicos extremos como huracanes, inundaciones e incendios.
Los pilares de la transición energética
Para que la transición energética sea posible, y la economía en general reduzca su dependencia de los combustibles fósiles, es necesario que se apoye el uso de la electricidad producida mediante energías renovables en todos los usos finales, como el transporte, la calefacción o la producción de calor industrial.
A continuación, los pilares básicos para la transición energética:
Las energías renovables
El pilar principal de la transición energética es el uso de energías renovables, ya que con ellas se reemplaza la producción de energía de combustibles fósiles, por una producción libre de emisiones de gases de efecto invernadero.
Pero las energías renovables, no sólo tienen ventajas medioambientales, también tiene ventajas económicas y de competitividad de la economía: Las renovables reducen el precio mayorista de la electricidad y lo desvincula del precio del gas natural y de su volatilidad. Como consecuencia de esta bajada de los precios de la electricidad aumenta la competitividad de la industria que usa esa energía más barata. También permite aumentar la seguridad energética al aumentar la producción de energía in-situ y disminuir la dependencia del gas natural.
Sin embargo, Europa está rezagada en la electrificación de la demanda, limitando el consumo de electricidad lo cual podría limitar a su vez el desarrollo de nuevas renovables.
Para fomentar un despliegue masivo de energías renovables se necesita agilizar la tramitación administrativa y de permisos de las instalaciones renovables y de las líneas eléctricas, facilitar el almacenamiento energético para poder disponer de energía renovable en todo momento.
La electrificación
Una vez que tenemos electricidad producida mediante recursos renovables, el siguiente paso es utilizarla en el sector transporte, en la industria, en la climatización de viviendas, oficinas, comercios, etc; reemplazando así el consumo de combustibles fósiles en nuestra economía.
La electricidad producida con recursos renovables puede reducir el precio de la electricidad porque sus costes de producción son muy bajos y no son volátiles porque no depende del precio de las commodities. Por esta razón la industria que se electrifique tendrá costes energéticos más bajos que el de sus competidoras.
Además, España tiene una ventaja para producir electricidad con renovables respecto a otros países europeos porque dispone de buenos recursos y de terreno donde instalar los parques de renovables.
Para poder electrificar la demanda se necesitan:
- Precios de la electricidad competitivos, en este sentido es necesario reducir y nivelar la fiscalidad energética tal y como recomienda el Informe “The future of European competitiveness” de Mario Draghi.
- Fomentar la modernización de la red y las inversiones en redes eléctricas para abordar la electrificación de la economía y evitar los cuellos de botella.
Actualmente, en España existen incentivos para fomentar la electrificación, como ayudas directas para la compra de vehículos eléctricos y subvenciones para la instalación de infraestructuras de recarga.
La innovación tecnológica
La innovación tecnológica impacta en el desarrollo de tecnologías limpias y eficientes. Este área es fundamental para reducir el coste en la producción de energía, mejorar la eficiencia energética y optimizar el consumo energético en diferentes sectores de la economía.
Un aspecto destacado de la transición energética es el desarrollo del hidrógeno verde, una fuente clave para descarbonizar sectores difíciles de electrificar, como la industria pesada. España ha lanzado el Plan de Hidrógeno Renovable, cuyo objetivo es instalar 4 GW de capacidad para 2030.
Disponibilidad de infraestructuras: redes eléctricas y almacenamiento
La transición energética no está libre de retos; para conseguir un sistema eléctrico descarbonizado es necesario redes eléctricas, que lleven la energía renovable a la industria y a los consumidores finales y disponer de capacidad de almacenamiento suficiente que almacene energía renovable para los momentos en los que el consumo sea mayor que la producción.
Ambos aspectos necesitan de un marco regulatorio estable que permita realizar las inversiones necesarias con seguridad jurídica.
Para poder invertir en redes eléctricas es necesario:
- Eliminar el límite inversiones asociado al PIB. Este límite impide poder realizar las inversiones previstas en el PNIEC.
- Marco retributivo adecuado y estable que fomente la inversión. Lo que también implica tener una tasa de retribución financiera acorte con los costes reales.
- Inversiones anticipadas, para que las redes estén disponibles en el momento en el que la industria las necesite.
- Proceso de planificación rápido y flexible que se adapte a las necesidades de los polos industriales.
- Que la demanda conozca los nudos de la red en los que hay capacidad de acceso y cuanta capacidad hay disponible.
Otro aspecto clave para poder disponer de renovables de forma constante, es disponer de suficiente almacenamiento. En este sentido, el bombeo es la forma más eficiente de almacenar grandes cantidades de energía durante largos periodos de tiempo. España tiene un potencial de 10 GW bombeo utilizando embalses existentes, pero para realizar estas inversiones se necesita: disponer de mecanismo de capacidad y establecer un procedimiento específico para la tramitación de estas instalaciones (por ejemplo, desacoplando la obtención de los permisos de acceso a la red, de la tramitación de las autorizaciones).
¿Cómo se está llevando a cabo la transición energética?
La transición energética no solo es un concepto, sino que es un marco de referencia para la adopción de políticas en materia de energía en todo el mundo. En muchos países ya se están tomando medidas para garantizar la transición hacia un modelo de producción y consumo de energía que no dependa de los combustibles fósiles sino de fuentes de energía renovables.
Además, se están firmando acuerdos para garantizar que las mayores economías del mundo asuman compromisos relacionados al uso de energías limpias y la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Acuerdos internacionales: transición energética y competitividad
Algunos acuerdos internacionales como el Acuerdo de París, firmado en 2015, abordan las estrategias que se comprometen a adoptar los países firmantes en su lucha contra el cambio climático. Estos acuerdos establecen cuáles son los objetivos a largo plazo, y cuáles son las contribuciones que debe realizar cada país.
Además, en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que se realiza de manera periódica, se evalúan los avances y se ajustan las metas en función de los nuevos datos científicos y las circunstancias globales. En concreto, en la COP26, celebrada en Glasgow en 2021, se firmó el Pacto Climático de Glasgow, que instó a los países a eliminar gradualmente el uso de carbón y adoptar medidas más estrictas para limitar el aumento de la temperatura media global a 1.5°C.
El Pacto Verde Europeo, lanzado en diciembre de 2019, estableció un camino hacia la consecución de la neutralidad climática para 2050, al mismo tiempo que pretende mejorar la competitividad de la industria europea.
En esta línea, el Plan Industrial del Pacto Verde de febrero de 2023, identifica los mecanismos necesarios para impulsar la resiliencia económica, la innovación y el crecimiento industrial sostenible. Este plan subraya la importancia de una estrategia industrial cohesionada que permita a Europa asegurar su competitividad a largo plazo mientras avanza en el camino hacia la sostenibilidad y garantiza el crecimiento económico del continente.
A finales de enero de 2025, la Comisión Europea publicó el Competitiveness Compass, documento en el que marca la estrategia y plan de trabajo de la Comisión en relación con la competitividad de la UE. Este documento incluye el Clean Industrial Deal que se trata de una hoja de ruta conjunta para la descarbonización y la competitividad. Sus grandes líneas de acción para el sector eléctrico son: acelerar la transición energética, fomentar las redes eléctricas y el almacenamiento así como la electrificación de la demanda.
Políticas nacionales
Más allá de los acuerdos internacionales, países como España también adoptan políticas nacionales para asegurar la transición energética y lograr la descarbonización de la economía.
El Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) 2021-2030 es un ejemplo de ello, ya que establece los objetivos de energía y clima del Estado español, de cara al cumplimiento de los objetivos europeos, y las medidas para alcanzar estos objetivos. Estas medidas configuran una hoja de ruta no vinculante, que habrá de ser desarrollada mediante normativa o actuaciones concretas.
El PNIEC establece objetivos de desarrollo de generación renovable y almacenamiento, objetivos de demanda eléctrica para uso final, de reducción de emisiones, de vehículos eléctricos. Incluye también objetivos y medidas convincentes para reforzar la seguridad del suministro, detalle de medidas concretas para alcanzar los objetivos de eficiencia energética o de adaptación al cambio climático.