5.3. Contribución del sector eléctrico y gasista a la sociedad
Relevancia del suministro eléctrico. La importancia del suministro eléctrico es evidente. La propia Ley 24/2013, de 26 diciembre, del Sector Eléctrico afirma en su Exposición de Motivos que “el suministro de energía eléctrica es esencial para el funcionamiento de nuestra sociedad” (ver Mecanismos de protección de los consumidores de electricidad y de gas en España).
El análisis del consumo de energía final en España pone de relieve cómo el petróleo y sus derivados suponen prácticamente el 53% de la energía final en 2015 – que alcanzó los 87.739 ktep, seguido por la electricidad (23%) y por el gas natural (17%) (Figura 5‑9).
Figura 5‑9. Consumo de Energía Final en España – 2015(datos en %).
Fuente: Libro de la Energía en España 2015.
Como se explica en las secciones siguientes, el sector eléctrico y gasista son sectores significativos dentro de la economía española por su aportación al Producto Interior Bruto (PIB), a la inversión, al empleo, por el efecto multiplicador que ejerce sobre otros sectores de la economía y por ser un insumo fundamental de muchas actividades / sectores a su vez creadores de riqueza. No obstante, estos datos subestiman la importancia real de dicho sector porque su producto, la energía, es imprescindible para el desarrollo económico y porque resulta esencial y casi insustituible para hogares y sectores productivos.
Crecimiento económico del sector eléctrico. El gráfico siguiente muestra la relación entre el Producto Interior Bruto (PIB) y el consumo de electricidad, ambos per cápita, para un amplio abanico de países.
Figura 5‑10. Relación entre consumo eléctrico y PIB, 2014.
Fuente: Banco Mundial y elaboración propia.
Aunque existen muy distintos niveles de consumo para un mismo nivel de PIB (debido a diferencias en el clima de cada país, el nivel de sus tarifas eléctricas, estructura del tejido industrial, etc.), se observa claramente que existe una relación positiva entre PIB y consumo de electricidad. Esta relación no se debe solamente a que el crecimiento del PIB induce un incremento en la demanda de electricidad, al incrementarse el equipamiento de los hogares y la actividad productiva, sino también a que el acceso a un suministro eléctrico seguro y de calidad es una condición indispensable para el crecimiento económico.
Impacto socioeconómico del sector eléctrico. El sector de producción y distribución de energía eléctrica (tal como se denomina a efectos estadísticos) es uno de los principales sectores productivos de la economía española, principalmente en términos de su contribución al Producto Interior Bruto y a la Formación Bruta de Capital Fijo (inversión).
En las estadísticas del INE, el sector eléctrico es el primer sector industrial en nivel de inversión, muy por delante del resto de sectores. Concretamente, en 2015, el sector de producción y distribución de energía eléctrica invirtió 3.531 M€, lo que representa casi un 15% de las inversiones totales del sector industrial español – que asciende a 23.348 M€.
En concreto, la actividad de las empresas de UNESA en generación, distribución y comercialización eléctrica, supuso unas inversiones en activos materiales de 2.315 M€ en el año 2016, donde la mayor parte de la inversión (52,7%) provino de la actividad de distribución [128]. Esta contribución de las actividades eléctricas (generación, distribución, supondría algo más del 1,8% del PIB español [129].
Esta cifra es significativa, teniendo en cuenta los datos para los demás sectores de la economía española. Tan solo es algo menor que sectores como la agricultura, ganadería, selvicultura y pesca (2,6%) De este 1,8% que aporta la electricidad al PIB español, algo más del 45% pertenece a la generación de actividades de producción de energía eléctrica y otro 40% a la distribución de este recurso.
El carácter intensivo en capital del sector eléctrico hace que, en contraste, su aportación a la creación de empleo sea moderada. Así, del total de empleados de la industria en España, el sector eléctrico supone poco más de 39.000 personas ocupadas (un 2% del total de la industria española), aunque de alto valor añadido, es decir, empleo de alta cualificación y baja temporalidad. Sin embargo, si observamos la evolución de empleo del año 2014 a 2015, el sector ha incrementado las personas ocupadas un 3,2%, mientras en el total de la industria española se han reducido un 2,7%.
Impacto socioeconómico del sector del gas. Las industrias del petróleo y del gas natural siguen en importancia a nivel de inversión. Las estadísticas del INE [130] arrojan que la actividad de producción y distribución de gas, vapor y aire acondicionado, invirtió cerca de 675 M€ en activos materiales durante el año 2015. Esto supone un 2,8 % del total de inversión de la industria española. Concretamente, las empresas de distribución de gas invirtieron 513 M€ de los invertidos en 2015.
En cuanto al sector del gas, aún siendo una industria mucho más joven y de menos penetración que la electricidad en nuestro país, proporciona beneficios significativos para la economía española. De esta manera, el gas natural ha generado una industria que aporta en torno al 0,5% del PIB español, tal y como ha estimado el propio sector [131].
La electricidad y el gas en los hogares. Como se ha señalado con anterioridad, la importancia del sector eléctrico se subestima si se considera sólo su aportación directa a la economía española. Su importancia reside sobre todo en que su producto, la electricidad, es un bien esencial para hogares y sectores productivos.
La demanda de electricidad de los hogares representa un 23% del total de la energía eléctrica final consumida en España. El 100% de los hogares dispone de suministro eléctrico y, como muestra la Tabla 5‑4, casi la totalidad de los hogares españoles dispone de los principales equipos consumidores de energía (frigorífico, lavadora y televisor). Destaca el gran aumento en la penetración de los hogares de otros equipos electrónicos como el microondas pasando de una penetración en 2008 de un 85,5% a un 90,0% en 2011.
Tabla 5‑4. Grado de equipamiento de los hogares españoles.
Fuente: IDAE, Análisis del consumo energético del sector residencial en España (2011).
El peso del consumo eléctrico y de sus distintos usos ha ido variando en el tiempo. Por un lado, y a pesar de que las tarifas en España no cubren los costes de suministro, se ha incrementado la conciencia de los consumidores, y los equipos eléctricos han ido mejorando su nivel de eficiencia (así por ejemplo, el porcentaje de los frigoríficos de clase A de los hogares españoles es del 42% en 2010 con respecto al total de frigoríficos instalados; el 41% de las lavadoras de los hogares españoles son de clase A, mientras que este porcentaje es del 45% en el caso de los lavavajillas).
Sin embargo, esto no ha podido contrarrestar el incremento experimentado en la dotación de equipos en los hogares como consecuencia del incremento en su renta disponible y de la reducción en los precios de los equipos electrónicos. El efecto conjunto ha sido un crecimiento en el consumo eléctrico de los hogares españoles del 13,4% desde 2000 hasta 2015, lo que supone un incremento anual medio del 0,84%, mientras que el aumento de la población ha sido ligeramente superior con una tasa del 0,94% anual.
En cualquier caso, a pesar de su importancia para el bienestar de los consumidores y de la elevada penetración de equipos eléctricos, en la actualidad el gasto en agua, electricidad, gas y otros combustibles supone alrededor del 3,7% del gasto total de los hogares [132]. Solamente la electricidad, aportaría el 2,5% de este 4%, por lo que el gas y los demás combustibles aportarían el otro 1,2% de gasto total en los hogares españoles.
En el caso del aporte del gas al sector doméstico, este se centra actualmente en el consumo para calentamiento de agua, cocina y calefacción. En el año 2016, el 14,2% de la demanda de gas en España, provenía del sector doméstico-comercial, muy por debajo de la industria (54,1%) o del dedicado a la generación eléctrica (16%).
A pesar del incremento de consumo de gas natural acontecido en la última década, España cuenta con una penetración de gas natural en el sector doméstico de un 14%, muy por debajo de la media europea, que se sitúa en un 54%. Esto se debe fundamentalmente a su clima templado y a su introducción tardía, si bien existen otros factores que influencian como si cuenta con yacimientos propios de gas natural o debe importarlo, la densidad de población o las opciones de sustitución por otras fuentes energéticas.
La electricidad y el gas de los sectores productivos. El 70% de la electricidad generada en España es consumida por los sectores productivos de la economía, y utilizada como bien intermedio para la producción de otros bienes o servicios.
El consumo eléctrico se reparte entre los distintos sectores de la economía española tal como se indica en la Figura 5‑11. También se muestra el reparto del consumo eléctrico dentro de los distintos subsectores industriales.
Figura 5-11. Estructura de consumo de energía eléctrica (GWh) por ramas de actividad (%) en 2015.
Fuente: IDAE, Balances energéticos.
La electricidad es además el recurso energético más utilizado por la industria española en comparación con las demás fuentes de energía (como el gas, el carbón, sus derivados, etc.). Para muchos sectores industriales, la electricidad representa cerca o más del 35% del consumo energético, tal como muestra la Figura 5‑12.
Figura 5‑12. Peso de los diferentes consumos energéticos en cada sector de actividad económica – 2015.
Fuente: IDAE, Balances energéticos.
En la Figura 5‑13 se puede observar la estructura del consumo de gas, donde se muestra cómo un 52% es usado para el sector de la industria, seguido de un 23% del sector residencial. Es destacable también la poca aportación de gas al sector servicios, a diferencia de la electricidad, que si tiene un alto aporte. Al igual que en la figura del consumo eléctrico, se muestra, además, el reparto del consumo de gas dentro de los diferentes subsectores industriales.
Figura 5‑13. Estructura de consumo de gas (GWh) por ramas de actividad (%) en 2011.
Fuente: IDAE, Informe Anual de consumos energéticos 2011, elaboración propia.
Valor del suministro eléctrico. Las secciones anteriores se han centrado en los usos y el coste del suministro eléctrico, y señalado la importancia que surge de su ubicuidad en multitud de usos. Sin embargo, diversos estudios se han centrado en obtener estimaciones cuantitativas del valor del suministro eléctrico para consumidores domésticos e industriales.
Dichos estudios suelen estimar el valor de la electricidad a partir de una cuantificación del perjuicio que les ocasiona una interrupción de su suministro. El perjuicio de una interrupción en el suministro representa no solamente cuánto habría que compensar a los consumidores por la falta de suministro sino también cuánto estarían dispuestos a pagar tales consumidores por un incremento en el suministro (ed. porque el suministro fuera ininterrumpido). Dicho valor se denomina en la literatura como el “valor de la electricidad no suministrada” (VENS) (ver Seguridad de suministro).
Existen múltiples estudios de las preferencias de los consumidores y su valoración de la energía. Tal como muestra la Tabla 5‑5, dichos estudios arrojan valores que se miden en decenas de miles de euros por MWh (o, lo que lo mismo, decenas de euros por kWh). Aunque el rango de valores es bastante amplio (entre 2 y 89 €/kWh), todos coinciden en que el valor de la energía se encuentran varios órdenes de magnitud por encima del coste de suministrar la electricidad (entre 0,06 y 0,12 €/kWh).
Tabla 5‑5. Estimaciones del valor de la energía.
Fuente: Elaboración propia a partir de los estudios. Mencionados.
Como referencia, incluso con una estimación muy conservadora del valor de la energía, como puede ser 5 €/kWh (la mayoría de los estudios sitúan el valor de la energía en unos 10-20 €/kWh), el valor del suministro eléctrico se situaría ya en el entorno del valor del Producto Interior Bruto en España [133]. Esto confirma la importancia que el suministro eléctrico para el funcionamiento de la economía.
En definitiva. El suministro energético es un bien esencial en las sociedades modernas. Y aunque su coste es una parte muy pequeña del gasto total de consumidores domésticos y empresas, su valor es varios órdenes de magnitud superior a su coste.
Por lo tanto, la protección de los intereses de los consumidores, de la industria y de la sociedad en general pasa por una buena regulación que minimice el riesgo de decisiones regulatorias arbitrarias o caprichosas enfocadas en obtener réditos políticos en el corto plazo (p.ej. evitando incrementos en las tarifas que reflejen los costes de suministro) a costa de reducir la remuneración de las empresas ya sea por las actividades desarrolladas en un entorno regulado o competitivo (ya que ello afecta a la capacidad de las empresas de conseguir la financiación de la que precisan a mínimo coste para llevar a cabo las inversiones necesarias para mantener la fiabilidad del suministro). Este tipo de actuaciones ofrecerán un beneficio pequeño (una reducción en un gasto que apenas supone uno o dos puntos porcentuales sobre el gasto total) pero un coste elevado (por el valor que para los consumidores tiene un suministro eléctrico de calidad y fiable).
[128] UNESA.
[129] Estas cifras recogen tanto el impacto directo, indirecto como inducido. En este caso el “efecto multiplicador” se refiere al hecho de que la demanda de bienes o servicios por el sector eléctrico a otros sectores impulsa a su vez la demanda de bienes y servicios por las empresas de estos otros sectores. Según sea la estructura de demanda de bienes y servicios, los distintos sectores tienen efectos multiplicadores mayores o menores. El valor del efecto multiplicador también depende de si se tiene en cuenta el impacto sobre la demanda de bienes y servicios que deben ser importados o solamente de aquellos que son producidos nacionalmente.
[130] INE, Encuesta Industrial de Empresas 2011.
[131] SEDIGAS.
[132] Encuesta de Presupuestos Familiares del INE 2011.
[133] El resultado de multiplicar el valor de 5 €/kWh por el consumo eléctrico español actual (unos 255.000 GWh) son 1.275.000 millones de euros, valor superior al PIB español.