1.1. Energía y sociedad
La energía es uno de los pilares fundamentales del progreso humano. En la actualidad, el papel del sistema energético constituye una de las prioridades de la agenda científica, política, económica y social, dadas las amplias repercusiones que tiene sobre el conjunto del planeta. El previsible agotamiento de los recursos de origen fósil y el cambio climático como consecuencia de las emisiones de efecto invernadero generan una serie de desafíos que trascienden a los actores individuales y los ámbitos nacionales y exigen la búsqueda de soluciones comunes.
En los países desarrollados, en los que el acceso a la electricidad está garantizado, los desafíos del sector tienen que ver con la calidad, coste e impacto ambiental de esta energía. En el mundo en desarrollo, el acceso a fuentes modernas de energía para los 1.400 millones de personas que carecen de ésta constituye sin duda uno de los retos más importantes de la agenda internacional.
De manera general, se puede decir que los modelos tradicionales de intervención pública para la garantía de un servicio básico para la población han ido siendo sustituidos en numerosos países por los modelos de mercado en aquellas partes de la cadena de valor donde se considera que, de esta manera, se aumenta la eficiencia. Consecuentemente, el protagonismo de las empresas para establecer un equilibrio entre el desarrollo de un mercado y la atención de un servicio básico ha aumentado (ver El proceso de liberalización de los sectores energéticos).
En este sentido, la experiencia acumulada en el desarrollo del modelo de mercado eléctrico, como un ejemplo práctico y con un cierto recorrido, permite identificar muchos de los elementos necesarios para avanzar hacia una agenda para el sector compartida entre los distintos actores, como son la relación con grupos de interés, la identificación de los asuntos relevantes desde el punto de vista de la sostenibilidad o la colaboración público-privada. Estos elementos quedan recogidos en el programa de trabajo para el sector eléctrico del World Business Council for Sustainable Development (2012[1]), cuyos objetivos principales se formulan como “garantizar seguridad de abastecimiento de energía a largo plazo, identificar soluciones eficientes para la reducción de las emisiones de CO2 y el fomentar el diálogo con los reguladores en la definición de las políticas energéticas globales”.
De cara a abordar estas cuestiones, en las siguientes secciones se introduce brevemente el contexto socioeconómico actual (a través de las nociones de globalización y sociedad-red) y su influencia en la configuración del sector de la energía, para después analizar los modelos de mercado para el suministro de energía, y finalmente, la relevancia del acceso a la electricidad en países en desarrollo.
Elementos del contexto: la globalización y la sociedad-red. Desde 1989, la globalización se ha convertido en el vector más visible de los cambios en la sociedad y en la economía. Con el proceso de globalización, se ha llegado a una situación en la que las empresas han ido ganando influencia a nivel mundial, de modo que su poder resulta ser hoy en día mayor que nunca (Sampedro, 2002[2]). Por otra parte, las expresiones “sociedad red”, “sociedad post-industrial” o “sociedad del conocimiento” son términos ampliamente utilizados en la discusión actual en ciencias sociales. Todos ellos son conceptos que tratan de resumir las transformaciones sociales que están teniendo lugar en la sociedad moderna y que, al mismo tiempo, sirven para analizar dichas transformaciones.
Dentro de este contexto de globalización y de estructura de red, los tres pilares sobre los que se asientan las relaciones de una sociedad y de su economía son las Administraciones Públicas (sector público), las empresas privadas (sector privado), y el tercer sector (el llamado sector sin ánimo de lucro, o independiente). De cara a abordar los retos globales de la actualidad, y en particular aquellos relacionados con la energía, la interacción entre sector privado, sector público y tercer sector parece hoy más necesaria que nunca (Figura 1‑1). El diálogo entre estos actores se amplía en la sección “dialogo con grupos de interés” (ver Responsabilidad Social Empresarial (RSE) y energía).
Figura 1-1. Modelos de transacción por perfil organizativo y diálogo entre actores.
Fuente: Hudsom, M. Managing without profil. The art of managing third-sector organizations. England, Penguin (1995)
Los modelos de mercado para la energía. En los países desarrollados, los nuevos desafíos del sector han hecho que los modelos tradicionales de intervención pública para la garantía de este servicio básico hayan sido sustituidos por modelos de mercado en algunas partes de la cadena de valor. Si bien los modelos de mercado para el suministro de energía tienen un amplio margen de interpretación en cada país, en cada sistema e, incluso, en cada circunstancia del mercado (ver El proceso de liberalización de los sectores energéticos), todos ellos se sustentan en tres pilares básicos:
- Las empresas, que se financian con fondos de accionistas para ofrecer un conjunto de bienes y servicios que son retribuidos por los clientes, lo que se traduce en retribución del capital aportado por los accionistas a través de dividendos.
- El sector público, a través de las administraciones, que son sostenidas por los electores, y que deben prestar determinados servicios y velar por el interés social. Por ello, la Administración también juega un papel como impulsora de la sostenibilidad social y ambiental que se plasma en tres áreas de actuación: (i) como regulador, (ii) como catalizador o facilitador de las acciones que las empresas puedan emprender en el marco de la RSE, (iii) como sensibilizador de la ciudadanía.
- El tercer sector, que incluye todas las organizaciones sin ánimo de lucro que se sostienen a través de las aportaciones voluntarias que hacen sus socios. Por su cercanía a las personas son las que mejor pueden detectar las prioridades y demandas en una comunidad. En el caso del mercado eléctrico, las asociaciones de consumidores ya cuentan con canales de relación con el mismo.
El mercado del sector eléctrico en España es un ejemplo de relación entre las empresas, la administración pública y los consumidores que persigue dar respuesta a las necesidades de acceso a la energía. Si se analiza este mercado desde distintos puntos de vista, se puede definir como:
- Un modelo de funcionamiento económico en la prestación de un servicio básico para la población;
- Un esquema de trabajo compartido entre las empresas y la administración (esquema alianza público-privado), con un modelo de regulación sectorial establecido;
- Una forma de organización que, a través de la Comision Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), como órgano especializado e independiente de la Administración, busca defender los intereses de los distintos grupos de interés, fundamentalmente de los consumidores;
- Un modelo de funcionamiento del sector en España que, además, ha permitido la creación de grupos energéticos globales liderados por empresas españolas, que tienen un importante papel, tanto en países desarrollados como en países en vías de desarrollo.
Desde el punto de vista de las empresas, profundizar en los desafíos sociales y ambientales constituye una oportunidad para avanzar en su contribución a la sociedad y para integrar estos criterios en sus estrategias y procesos de negocio (ver Responsabilidad Social Empresarial (RSE) y energía).
Desde el punto de vista de la Administración, su papel es, por definición, velar por el interés social. Por ello, parece natural que las estrategias de mejora social y ambiental de las empresas encuentren apoyos y obligaciones en las administraciones. El papel que juega la Administración en la búsqueda del interés general puede resumirse desde tres roles: en primer lugar, como regulador, contribuyendo con un cuerpo legislativo concreto a un mayor control del marco de actuación empresarial; en segundo lugar, como catalizador o facilitador de las acciones que las empresas, voluntariamente, puedan emprender en el marco de la RSE; en tercer lugar como sensibilizador de la ciudadanía para que sea ésta la que demande, desde sus diferentes roles sociales (cliente, consumidor, trabajador, empresario, ciudadano en definitiva), a las empresas su compromiso social.
Finalmente, el tercer sector juega un papel relevante a la hora de canalizar las expectativas y demandas sociales, así como en aspectos como la sensibilización ciudadana y el consumo responsable. De esta forma, las organizaciones del tercer sector pueden contribuir al diálogo entre actores, desde una crítica constructiva y dispuesta a la búsqueda de consensos.
El acceso a la energía en los países en desarrollo. Según datos de la Agencia Internacional de la Energía (IEA), en su informe Energy Access Outlook 2017 [3] desde el año 2000 más de medio billón de personas han ganado acceso a la electricidad aumentando de un 43% que suponía en el 2000, hasta el 82% que se corresponde a 2017.
Por lo general, conforme un país atraviesa cambios hacia una sociedad más moderna y un sistema económicamente más diverso, la industria es cada vez más dependiente de la energía ya que es esencial para el proceso productivo. Por ello es importante reflejar cual la correlación existente entre consumo energético per cápita e índice de desarrollo humano (Figura 1‑2).
Figura 1-2. Consumo de energía per cápita (toe per cápita).
Fuente: IEA, Energy Access Outlook, 2017
Dado este rol básico de la energía como palanca para el desarrollo, el acceso a formas modernas de electricidad se considera prioritario para contribuir a la consecución de los Objetivos del Milenio, formulados por Naciones Unidas en el año 2000. La Tabla 1‑1 recoge los ocho Objetivos y explora las posibles contribuciones de la energía para su cumplimiento.
Tabla 1-1. Relevancia de la energía para cumplir los Objetivos del Milenio.
Fuente: Fundación Energía sin Fronteras, Energía y Cooperación. Guía de buenas prácticas (2010).
Además, Naciones Unidas ha lanzado la iniciativa Sustainable Energy for All[4], cuyos objetivos principales son la mejora de la eficiencia energética, el acceso universal a fuentes modernas de energía y el aumento de penetración de las energías renovables a nivel global.
Retomando estos objetivos a modo de conclusión, posiblemente el principal reto en la agenda de la energía es el de compaginar el bienestar de las poblaciones más prósperas con el progreso de las más retrasadas y mejorando las oportunidades de todos.
Por ello, al proceso de extensión y mejora del acceso a la energía en los países menos desarrollados debe sumarse una estrategia energética para los países desarrollados que haga hincapié en el desarrollo de las fuentes renovables de energía y la eficiencia y el ahorro energético. La Figura 1‑3 pretende ilustrar este doble proceso de convergencia hacia un terreno que posibilite un desarrollo humano sostenible.
Figura 1-3. Relevancia de la energía para cumplir los Objetivos del Milenio. |
[2] Sampedro, J.L. El mercado y la globalización, Barcelona, Destino (2002).
[4] Naciones Unidas. Sustainable Energy for all.