El diseño marginalista de los precios retribuye el verdadero coste de la producción de luz y es el más eficiente para los consumidores
- En un mercado marginalista, los generadores tienen incentivos a presentar ofertas que reflejan únicamente sus costes variables de funcionamiento. El operador del mercado selecciona las ofertas de las centrales que pueden atender la demanda incurriendo en el menor coste posible.
- Al pagar el mismo precio a todas las centrales, aquellas con los costes variables más bajos obtienen un margen de explotación positivo. Pero es que esas centrales son las que tienen los costes de inversión más altos. Ese margen de explotación no es un regalo para los generadores, sino que es lo que les permite recuperar su inversión original y cubrir sus costes fijos de mantenimiento. Si no lo tuvieran cerrarían, poniendo en peligro la seguridad de suministro.
- Esto incentiva a los operadores a invertir en las instalaciones con los menores costes totales y ser eficientes, lo cual minimiza el coste del suministro eléctrico.
- Si los políticos intervienen los márgenes de los generadores y deciden cuánto invertir y cuánto debe ganar cada uno, la experiencia demuestra que el resultado acaba siendo perjudicial para los consumidores porque los generadores estimarán cuál será la oferta más cara que será aceptada y ofertarán a ese precio, aunque ese precio sea muy superior a sus propios costes variables.
- Por ejemplo, entre 1983 y 1997 se utilizó un mecanismo conocido como Marco Legal Estable que retribuía a cada generador según sus costes. En 1997, el Gobierno estimó que mantener ese sistema hubiera supuesto un sobrecoste de más de 15.000 millones de euros comparado con el coste que se incurriría con un mercado marginalista.
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